Este poema venía en los libros de literatura de 1º de bachillerato y en el Colegio de Cristo Rey lo leíamos en alto, hasta aprenderlo de memoria. A mí me conmovía. A ver si os acordáis de él.
Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno
oscuras?
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño
desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus
plantas puras!
¡Cuántas veces el ángel me decía:
«Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía»!
¡Y cuántas, hermosura soberana,
«Mañana le abriremos», respondía,
para lo mismo responder mañana!
No hay comentarios:
Publicar un comentario