lunes, 27 de agosto de 2012

NANAS DE LA CEBOLLA
.
Cuando el poeta está en la cárcel recibe una carta de sus mujer, en la que le habla de su hijo de ocho meses y le comenta que ella sólo puede comer pan y cebollas, por falta de dinero.

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
.
Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.
.
Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en tus ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.
.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
.
Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
[...].
Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
. [...].
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
.
Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa ni
lo que ocurre.
.
.. ..

Umbrío por la pena, casi bruno

Un preciosos poema de Miguel Hernández en donde los sonidos de la p, m, b, aumentan la sensación de tristeza y dolor que el autor quiere transmitir. Umbrío por la pena, casi bruno,
porque la pena tizna cuando estalla,
donde yo no me hallo no se halla
hombre más apenado que ninguno.

Pena con pena y pena desayuno,
pena es mi paz y pena mi batalla,
perro que ni me deja ni se calla,
siempre a su dueño fiel, pero importuno.  Cardos y penas llevo por corona,
cardos y penas siembran sus leopardos
y no me dejan bueno hueso alguno.
No podrá con la pena mi persona
rodeada de penas y cardos:
¡cuánto penar para morirse uno!
Miguel Hernández

jueves, 23 de agosto de 2012

Otro poema del libro de literatura de 1º de bachiller

Aunque os parezca mentira con 10 años me enteré, por este poema, que "olivas" era sinónimo de "aceitunas". Creo que las palabras "garridas, lozanas" las debí de conocer más tarde. Pero lo que voy a mirar ahora mismito en el diccionario es lo de "desmaídas" porque, aunque me imagino el significado, creo que nunca lo oí ni lo vi escrito. ¡Qué bien se estaba con 10 años y sin saber vocabulario...!


LAS MORILLAS DE JAÉN

(Canción popular del siglo XV)
 Tres moricas me enamoran
en Jaén:
Axa y Fátima y Marién. Tres moricas tan garridas
iban a coger olivas,
y hallábanlas cogidas
en Jaén:
Axa y Fátima y Marién. Y hallábanlas cogidas
y tornaban desmaídas
y las colores perdidas
en Jaén:
Axa y Fátima y Marién. Tres moricas tan lozanas
iban a coger manzanas
y hallábanlas tomadas
en Jaén:
Axa y Fátima y Marién. Díjeles: ¿Quién sois, señoras,
de mi vida robadoras?
Cristianas que éramos moras
en Jaén:
Axa y Fátima y Marién.
Federico García Lorca

Poema de Lope de Vega que leíamos en los libros de literatura

Este poema venía en los libros de literatura de 1º de bachillerato y en el Colegio de Cristo Rey lo leíamos en alto, hasta aprenderlo de memoria. A mí me conmovía. A ver si os acordáis de él.

Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno oscuras?
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
¡Cuántas veces el ángel me decía:
«Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía»!
¡Y cuántas, hermosura soberana,
«Mañana le abriremos», respondía,
para lo mismo responder mañana!

amor de tarde, de Benedetti

AMOR DE TARDE de Mario Benedetti

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras. Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades. Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.

domingo, 12 de agosto de 2012

Algunas greguerías







Según Wikipedia
Se considera un género creado por Ramón Gómez de la Serna quien planteó la fórmula de la greguería de la siguiente manera:
Humor + metáfora = greguería

Algunas greguerías de Ramón Gómez de la Senra

Las bellotas nacen con huevera.
Las golondrinas son pájaros vestidos de etiqueta.
Las pasas son uvas octogenarias.
Las gallinas son tartamudas.
El libro es el salvavidas de la soledad.
Tocar la trompeta es como beber música empinando el codo.
El cigarro es el chupete de los mayores.
La estrella parpadea porque tiene sueño.
Entre los carriles de la vía del tren crecen las flores suicidas.
Si te conoces demasiado a ti mismo, dejarás de saludarte.
La hache es la escalera del abecedario.
El caracol debía tocar el trombón que lleva a cuestas.
El bebé se saluda a sí mismo dando la mano a su pie.
La sidra quisiera ser “champán”, pero no puede porque no ha viajado por el extranjero.
Las pirámides son las jorobas del desierto.
Cuando el armario está abierto parece que toda la casa bosteza.
Abrir un paraguas es como disparar contra la lluvia.
El agua se suelta el pelo en las cascadas.
El Pensador de Rodin es un ajedrecista a quien le han quitado la mesa.
Los tornillos son clavos peinados con la raya al medio.
Lo más importante de la vida es no haber muerto.
Ramón Gómez de la Serna

Un poema precioso de Bécquer

A veces el orgullo nos juega malas pasadas, como pasa en este poema de Gustavo Adolfo Bécquer.

 Asomaba A Sus Ojos Una Lágrima
Asomaba a sus ojos una lágrima,
y a mi labio una frase de perdón.
Habló el orgullo y enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.

Yo voy por un camino, ella por otro,
pero al pensar en nuestro mutuo amor
yo digo aún: "¿Por qué callé aquel día?".
Y ella dirá: "¿Por qué no lloré yo?"

miércoles, 8 de agosto de 2012

Sobre el amor y el tiempo

Este hermoso poema de Antonio Feijó aparece en el frontal de una fuente portuguesa, en Ponte do Lima. Nos habla de cómo el paso del tiempo va desgastando el amor. Es más bonito en portugués, porque los versos están rimados y llevan los acentos en sus sílabas correspondientes, con lo que pierde musicalidad con la traducción, pero aún así se comprende mejor su contenido que en el original. A ver si os gusta.

El amor y el tiempo
Por la montaña acantilada
Juntos y alegres, íbamos los cuatro
El amor, el tiempo, mi amada y yo
Subiendo un día.
De mi amada en su gentil semblante
Pronto vi indicios de cansancio.
El amor pasó delante
El tiempo aceleraba el paso
¡Amor, amor! quise gritarle
No corras tanto que a ese paso
Por muy ligera no puede seguirte
Mi dulce compañera
De pronto, el amor y el tiempo, juntos
Abren sus alas trémulas al viento
“¿Por qué vais así apresurados
A donde os dirigís en este instante?
El amor se vuelve y dice firmemente:
“Adiós, adiós, amigos míos, tened paciencia,
Yo siempre tuve esa costumbre
De huir acompañando el tiempo,”

lunes, 6 de agosto de 2012

Un poema muy conocido de Lope de Vega

Jesus-Jesus-y-los-ninos.jpg

Este poema del gran Lope de Vega venía en los libros de literatura de 1º de bachillerato; en los colegios se leía en alto, tantas veces, que nos la aprendíamos de memoria. A mí me conmovía comprobar lo malos que éramos todos. ¡Que infancia más santa!

Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno oscuras?

¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!

¡Cuántas veces el ángel me decía:
«Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía»!

¡Y cuántas, hermosura soberana,
«Mañana le abriremos», respondía,
para lo mismo responder mañana!