¡Hola, Club de lectores de Narrativa de la Biblioteca Municipal! Aunque ya estamos de vacaciones no hay que dejar de leer nunca.
Yo acabo de terminar el cuento de Ramón Loureiro,
del que hago un comentario más abajo.
Vale la pena leer este libro, y mirar bien las fotos e ilustraciones de Antonio Seijas, para poder comprender perfectamente todo el universo literario y vital del autor.
Además es un libro polivalente, porque podéis leérselo a los niños, a los que haréis imaginar sucesos extraordinarios; lo podéis disfrutar vosotros mismos, ya que es pura poesía en forma de prosa y además se puede usar en las clases de lengua castellana
como apoyo a varios temas.
¡Felices vacaciones a todos!
LA ORUGA EN EL
BOSQUE CRECIENTE
Antonio Seijas
Ramón Loureiro
The Caterpillar in the
Growing Forest
Traducción de Kerry Ann McKevitt
Eurisaces, Editora. Salamanca, 2014
Tengo en mis manos el libro de Ramón Loureiro titulado La Oruga en el Bosque Creciente. La
primera impresión que siento es la de comprobar que estéticamente es uno de
esos libros que se vienen llamando libros-joya. ¡Es una preciosidad! Un libro
que ya, desde su portada, merece ser puesto como adorno en una biblioteca en un
lugar preferente y no introducido al lado de otros, con lo que sólo se vería su
canto. Si los cuadros sirven para deleitarnos al admirarlos, este libro, abierto por cualquier página, se puede mostrar
en todo su esplendor, como una obra de arte que es.
A ir hojeándolo, es fácil comprobar cómo Antonio Seijas
comprendió perfectamente todo el mundo mágico, tan particular de Ramón, con su
bosque encantado, lleno de demochiños
¿por qué no “de-Monchiños”?; el ya
conocido Príncipe de Dos Cabezas; la sirena de piedra y la de secano, etc. Pero
también el mundo real que circunda al escritor y que lo define en sus afectos y
preferencias aparece en estos collages.
Vemos a los familiares más queridos de Ramón: su madre y a la ya familiar “miña
madriña”; a sus admirados amigos escritores; su afición al deporte (no
olvidemos que el libro va dedicado a uno de los mejores corredores de su
infancia: Mariano Haro); aparecen también lugares muy queridos por el escritor,
como son Caaveiro, Mondoñedo, e incluso los Astilleros Reales (Astano), etc.
Estos dibujos y collages, aunque sirven de explicación
gráfica al texto del cuento, de alguna manera ayudan –por lo que sugieren- a
que el lector se sumerja totalmente en ese mundo mágico del escritor, en ese
bosque en el que la fantasía cobra vida.
En cuanto al texto literario, escrito por Ramón Loureiro,
opino como lo hace Luz Pozo: este cuento es pura prosa poética. La forma de
expresión es deslumbrante, muy rica en connotaciones que nos trasladan a ese
mundo mágico, lleno de seres imaginarios.
Los nombres de los personajes nos transportan ya a un mundo
imaginario, como el primero que aparece, que es presentado como El Emperador León Daniel María Bonaparte
Resucitado, el Corredor Coronado y con Alas o el entrañable Príncipe de dos
Cabezas, uno de los personajes de su obra Las
Galeras de Normandía.
Aparecen en
este relato muchas características
propias del género poético, como son:
Las enumeraciones
de diferentes tipos, como la que nos indica quiénes son los ocupantes de la
Oruga o la diversidad vegetal que existe en el bosque, que van acompañadas de
sus correspondientes adjetivos, escogidos con precisión para darnos la idea de
un bosque ancestral y mítico: cerezos bravos, helechos gigantes, castaños
medicinales, naranjos salvajes y robles sagrados, todo eso se encuentra en
nuestro Bosque Atlántico, a orillas del río Eume que se va extendiendo hasta…
las murallas de Mondoñedo, nada menos.
Pero en este bosque no hay ermitaños ni forajidos, como
ocurría en los bosques normales; aquí dicen que existen unos demonios que no
pueden caernos antipáticos porque lo que pretenden hacer nos hace gracia. Y
aquí tenemos el humor del escritor:
los demochiños, -como también se
denomina a estos trasnos- quieren comerse a los hombres enfermos, débiles,
cansados, o a las almas despistadas, para ENGORDAR SIN SOBRESALTOS de ser
capturados por los cristianos. Sin embargo su existencia debe ser cosa de
habladurías del Mago Merlín, porque nadie los vio por ninguna parte. Estos demochiños se asemejan a los ifrits que aparecen en la colección de
cuentos de Las mil y una noche, que
también tienen, como aquí un matiz jocoso.
También son poéticas las figuras estilísticas que aparecen en
una serie de estructuras repetidas cuando nos habla de los personajes que van
en el interior de la Oruga; la musicalidad que otorgan al cuento se logra con
la repetición de la estructura desde…, hasta,
como vemos:
[…]en cuyo interior hay desde
vigías hasta fotógrafos
desde
colombófilos […] hasta astrónomos
[…]
desde cocineros hasta meteorólogos […]
El cuento nos recuerda la escena del “bosque que avanza” de
la tragedia Macbeth, de Shakespeare, pero
aquí no son los hombres los que se cubren con ramas para imitar un bosque; en
este cuento es el bosque mismo el que se expande y los invitados son los que se
desplazan, muy cómodos, dentro de la
Oruga, que recuerda a un café Gijón andante, pues allí hay, entre otros,
camareros y cocineros, y se reúnen personas que disfrutan charlando, leyendo, y
observando el exterior por las ventanas, sin peligro alguno.
Lo importante de toda obra poética es lo que sugiere y cómo
lo sugiere. El contenido que se quiere transmitir y la forma de narrarlo. En La Oruga en el Bosque Creciente el autor
y el ilustrador son capaces de trasladarnos, por medio de la palabra, del
dibujo y la composición gráfica en forma de collage
al universo real e imaginario de Ramón Loureiro, en una mezcla de fantasía y
realidad, del pasado remoto, próximo y presente, donde siempre quedan de
manifiesto sus sueños, amistades, aficiones y en suma, todas sus querencias.
M.
Eva Ocampo Vigo
Ferrol,
21 de junio de 2014