domingo, 29 de diciembre de 2019

A galopar - Paco Ibáñez y Rafael Alberti

Este precioso poema de Rafael Alberti, cantado por Paco Ibáñez se titula "Galope" y es un poema de protesta política. Alberti pertenecía al bando republicano y escribió este poema para insuflarles valor a los soldados de la República depuesta por Francisco Franco. En primer término introduzco el poema y más abajo la preciosa interpretación musical que del mismo realizó Paco Ibáñez. Para oír declamar al poeta, que lo hace hasta el minuto 1 del vídeo, aconsejo cerrar los ojos para poder degustar su maravillosa voz. A partir del minuto 1 comienza la interpretación de Paco Ibáñez, que es genial.

A galopar
Las tierras, las tierras, las tierras de España,
las grandes, las solas, desiertas llanuras.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
al sol y a la luna.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
A corazón suenan, resuenan, resuenan,
las tierras de España, en las herraduras.
Galopa, jinete del pueblo
caballo de espuma
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie;
que es nadie la muerte si va en tu montura.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo
que la tierra es tuya.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!


La muerte no es nada (poema de esperanza)

Este precioso poema intenta no dramatizar la muerte de un ser querido, sino darnos la esperanza de que está cercano y esperando a sus familiares cuando les llegue la hora de su propia muerte. Su título en español es La muerte no es nada. Fue falsamente atribuido al filósofo francés Charles Peguy, aunque en realidad su autor fue un canónigo ingles, Henry Scott Holland (1847-1918) , que lo leyó en un de sus sermones.


La muerte no es nada. 
Tan sólo he ido a la habitación 
de al lado.



Yo soy yo, y vosotros sois vosotros.


Lo que yo era para vosotros lo sigo siendo siempre.

Llamadme por el nombre con el que siempre me habéis llamado;

habladme como lo habéis hecho siempre,

no utilicéis un tono diferente, ni toméis un aire solemne o triste.

Continuad riendo de lo que nos hacía reír juntos.

Orad, sonreíd, pensad en mí, rogad por mí.

Que mi nombre sea pronunciado en casa como siempre
lo habéis hecho,

sin énfasis de ningún tipo ni tampoco rastro de sombra.

La vida significa todo lo que siempre ha significado.

No se ha cortado ningún hilo.

¿Por qué debería estar fuera de vuestros pensamientos,

simplemente porque no nos podemos ver?

Os estoy esperando, por un intervalo.

No estoy lejos; tan sólo al otro lado del camino.
Todo va bien.


¡Que la fe en Cristo Resucitado llene nuestra esperanza y sostenga nuestra oración por todos los difuntos!