lunes, 15 de agosto de 2016

MICRORRELATO: "El soldado", Gabriel García Márquez
 
       Un soldado argentino que regresaba de las Islas Malvinas, al término de la guerra, llamó a su madre por teléfono desde el regimiento de Palermo, de Buenos Aires, y le pidió autorización para llevar a su casa a un compañero mutilado cuya familia vivía en otro lugar. Se trataba -según dijo- de un recluta de diecinueve años que había perdido un brazo y una pierna en la guerra
y que además estaba ciego.
 
La madre, feliz del retorno de su hijo con vida, contestó horrorizada que no sería capaz de soportar la visión del mutilado y se negó a aceptarlo en su casa.

       Entonces el hijo cortó la comunicación y se pegó un tiro:
el supuesto compañero era él mismo que se había valido de
aquella patraña para averiguar cuál sería el estado de ánimo de su madre al verlo llegar despedazado.
  
Poema de Julio Molero Pisabarro.

Julio es profesor en excedencia y poeta sin jubilación.

Nos envía este precioso soneto que fue premiado en un concurso en León, premio que no es de extrañar, ya que en 14 versos intimistas habla de su amada utilizando un lenguaje muy personal en donde la naturaleza en forma de aire, tierra, mies, mar y sal envuelven a la figura femenina convirtiéndola en un ser etéreo y deseable.
 
MAR Y SAL

En torno al blanco lirio de tu altar
 florece la esperanza de la espera
en sueños de trigal y sementera
que tu otoño destiñe frente al mar. 

Desnuda de ropajes para amar,
te expandes en el vuelo que aligera
el ala humedecida y placentera
de alondras que te arrullan al volar.

De tu parva se aventa el blanco grano 
que en la piedra blanquea la esperanza
del abundante fruto de tus rosas.

Son tus almenas sueños en mi mano
mar y sal, viento azul en la añoranza,
un vuelo vertical de mariposas.

Julio Molero Pisabarro