Edit. Anagrama. 13 edición. 2006
BREVE BIOGRAFÍA DEL AUTOR
Nuestro escritor nació en Madrid
en 1941, en donde transcurrió su infancia. Realizó el bachillerato en Roma
adonde se había trasladado su padre, poeta y traductor, no sólo por motivos
políticos sino también económicos. Volvió a Madrid en donde se licenció en
Filosofía y Letras. Estuvo afiliado al Partido Comunista hasta 1982. Fue un
premiado traductor. Creó la editorial Ciencia Nueva y colaboró con la editorial
Montena; además fue guionista de televisión.
En 2002 resultó finalista en el Premio
Internacional de Cuentos Max Aub por el cuento
Manuscrito encontrado en el olvido (2º cuento incluidó más tarde en Los girasoles ciegos).
En el año
2004 publica Los girasoles ciegos, su primer y
único libro (tenía 63años). Con el ganó el Premio Setenil 2004, al mejor
libro de cuentos. Pocos meses después murió sin conocer el éxito, que llegaría
con el Premio de la Crítica en el 2005 y el Nacional de Narrativa.
El último relato del
libro -el que le da nombre- fue llevado al cine en 2008 por José Luis Cuerda
con guión de Rafael Azcona y del
propio Cuerda.
El
título del libro hace alusión a los
protagonistas (y demás personajes)de los 4 cuentos que lo componen, ya que son seres desorientados, perdidos, como los girasoles
ciegos que no saben orientarse porque no pueden ver el sol -metáfora de la vida, la alegría, la libertad en la naturaleza, etc.
Sobre el género cuento debemos señalar
que Borges y Cortázar son sus cuentistas preferidos y decir que el cuento se
caracteriza por su capacidad sintética y desarrollo vertiginoso, porque sólo
utiliza los elementos esenciales de la narración: planteamiento sucinto, enredo
esquemático, personajes paradigmáticos y desenlace sorpresivo.
El libro se compone de cuatro relatos
aparentemente independientes, pero que se engarzan y se complementan, aunque
solo al final encontraremos la relación que guardan entre sí.
La acción se sitúa en plena Guerra Civil en
sus distintos momentos entre 1936 y y la posquerra más dura, hasta 1942.
LOS PERSONAJES
1.- Un capitán franquista que
renuncia a ganar la guerra. El Capitán Alegría, que no es precisamente alegre.
2.- Un joven poeta que huye con su
compañera Elena a la montaña.
3.- Un preso que busca la forma de
retrasar su fusilamiento engarzando historias falsas.
4.- Un diácono que se debate entre su
vocación sacerdotal y la lascivia, y su activismo e ideales fascistas. Salvador (el
cura) no quiere salvar a nadie, más bien lo contrario.
Estas historias son
tremendamente intimistas y reflexivas. El propio autor ha manifestado que son
fruto de la ficción literaria, pero parten de hechos y protagonistas reales,
conocidos por él mismo a los que les ocurrió algo parecido. Son historias de tiempo
de silencio, en el que no se podía decir lo que se sabía ni lo que se
pensaba.
Todos tienen en común un tema, la motivación para la supervivencia personal después de las vivencias horrendas de una guerra civil,la muerte en todos los casos, justifica el título de “derrota”, ninguno logra encontrar los medios o los resortes necesarios para seguir viviendo, porque todos llegan a su límite ético para sucumbir
1.
Primera
derrota: 1939 o Si el corazón pensara dejaría de latir
(p.13)El comienzo es igual a
Crónica de una muerte… ya que se nos anuncia que "el capitán Alegría eligió su propia muerte". Ya sabemos pues, que va a morir y a continuación nos cuenta cómo y cuando.
En esta primera historia se cuenta cómo un oficial del ejército nacional, Alegría, licenciado en derecho, harto de
crueldad y violencia, se autoelimina por el curioso método de rendirse al bando
rojo en la madrugada anterior a la rendición final de las tropas republicanas.
El bando franquista, que ocupa inmediatamente Madrid, le fusila, pero el
oficial sólo queda herido y deambula unos días sin gafas (sin ver bien, medio ciego, como un girasol ciego) sin saber por dónde anda hasta
que es detenido de nuevo y entonces le quita el arma a un guardián y se
suicida. Sus vivencias lo llevan a no aceptar ser vencedor tras sus
experiencias en la guerra (p. 14 y 36)
En este cuento aparecen juegos
de palabras que nos hablan del arma torturada de este personaje: “ser su propio enemigo” “soy un rendido” “estaba todo él menos sus
gafas además y anochecía" ”gana y pierde una batalla al mismo tiempo
(p.34), etc.
Contado en primera
persona del plural, un plural tras el que se embosca alguien a quien nunca
identificaremos, el relato es posible gracias a las pesquisas que alguien
emprende, gracias a su acopio documental y gracias a la imaginación del
narrador: entrevistas con quienes conocieron al capitán y sobrevivieron al paso
de los años, consultas de las cartas dirigidas a la novia y a algún otro
corresponsal, lectura del acta del juicio sumarísimo que le condenó y, en fin,
las conjeturas fundadas, probablemente acertadas, con las que ese narrador rellena
los espacios vacíos, aquello que nunca podremos saber con entera seguridad.
Estamos ante el tópico del manuscrito encontrado (p.39). Mediante el manuscrito (recurso literario ya utilizado en obras tan célebres como El Quijote, la técnica nos permite adentrarnos en los entresijos de la psicología y los sentimimientos íntimos del protagonista que es, a la vez, el narrador. En este caso, el amor podría haber sido el móvil de la supervivencia: al morir la amada joven, en el parto de su propio hijo, la vida deja de tener sentido. Encuentra un segundo móvil en la criatura recién nacida, que supone una justificación para su propia supervivencia, a ella se aferra el protagonista de forma casi autómata.
El tema de la pérdida
del lápiz, de que se va gastando el lápiz, es un gran problema para el protagonista, pues el hecho de poder escribir significa mantener algún tipo de comunicación (p.35), aunque sea consigo mismo y con el que pueda encontrar más tarde este diario.
Cuando muere su hijo es el diario el que lo acompaña en su duelo y desesperación; la repetición del nombre
Rafael casi 500 veces nos marca ya el final del cuento: El poeta ya no puede más; llegó a su límite. El amor por el hijo lo sustentaba; ahora ya no tiene ningún motivo para vivir.
3. Tercera derrota: 1941 o El idioma de los muertos.
En
la tercera derrota, el miliciano arrestrado, del cuerpo sanitario en prisiones
Juan Senra, profesor de chelo, podría haber sobrevivido manteniendo su historia
inventada. Estamos ante el cuento de Sherezade
que logra sobrevivir a la cruel sentencia de muerte instigando la curiosidad del verdugo. Pero para
mantenerse vivo hay que querer seguir vivo, y para lograrlo necesita sublimar
como héroe a quien no fue sino un vulgar ladrón, un delincuente común. Muchas veces en la vida, podemos lograr
mantenernos en nuestro puesto de trabajo, o mantener relaciones de amistad
cultivando la mentira para sobrevivir, la pregunta clave estará en dónde
pondríamos el límite entre el instinto, la necesidad de supervivencia y la
dignidad y la conciencia personal. El protagonista no quiere su vida a costa de
la exaltación de una mentira que abomina.
El interrogatorio a que es sometido no es un diálogo entre
iguales, sino la esclavitud de un condenado a un superior
jerárquico que, paradójicamente, acaba dependiendo de la información del preso para saber cosas sobre su hijo muerto.
Sabemos que Juan fue sanitario en la contienda y da a conocer
casualmente a un coronel que formó parte del tribunal que conoció a su hijo y
estuvo encargado de su cura, antes de que fuera fusilado. La revelación le vale
ser apartado de los que van a ser ejecutados de inmediato. El coronel trae a su
mujer para que el miliciano le hable del hijo. Este, en lugar de decir la
verdad (que su hijo era un ladrón y asesino ejecutado como delincuente común (p. 73), le
dice que fue un héroe quintacolumnista y adorna cada uno de los detalles que
recuerda de él. La mujer le trae ropa y comida cada vez que viene a hablar con
él y así consigue eludir el pelotón. Pero cuando fusilan a su amigo Eugenio -el niño de las liendres- llega a su límite y en la
siguiente entrevista con la madre, revela la verdad sobre el hijo (p.100).
Enseguida es fusilado. Las cartas que escribía a su hermano nunca fueron
enviadas.
En esta historia, el oficial franquista (Carlos
Alegría p.87) del primer relato actúa como personaje secundario y se nos
vuelven a narrar las circunstancias de su muerte, que
no son exactamente iguales a las contadas en el primer capítulo.
La mención a la hija –Elena, nombre también de su madre- se refiere a la chica que muere de parto en el segundo cuento.
La supervivencia basada
en la necesidad de vivir ocultos tiene sus límites. En el
relato que nos ocupa, el límite aparece cuando la mujer está a punto de ser violada. El
protagonista no puede aceptar ese precio y prefiere su propia destrucción.
¿Dónde ponemos nosotros el límite? A veces, sobrevivir consiste en admitir lo inadmisible.
La novela es una
evocación de la Guerra Civil, pero no de sus lances bélicos, sino de sus
efectos humanos. Esta narración es examen hondo y doloroso sobre lo que
significa perder, de lo que significa la derrota. Ahora bien, si consigue
conmovernos, no es sólo por la índole de esa capitulación. Si logra
emocionarnos es por la altísima calidad literaria de la que el autor es capaz: el retrato de lo que no hemos
visto, el fresco de una realidad que no hemos vivido.
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